Llars de acogida: un nuevo círculo familiar, de cariño y de apoyo
"Ha pasado volando", apunta Marta al darse cuenta de que en pocos días hará 6 meses que Jean, joven acogido durante casi un año en la casa de acogida BACstation Vallcarca, empezó a vivir en casa de ella y de su marido, Manel. Fue a través del programa Referentes que Marta y Jean se conocieron, y poco a poco han creado un vínculo que, a día de hoy, ya va mucho más allá.
"Me gustó mucho", explica Jean cuando habla del primer encuentro que tuvo con Marta. "Vi que realmente le interesaba mi vida, mi situación personal, mis papeles…", confiesa mirando a Marta. Sonriendo, ella añade que le habían dado "muy buenas referencias de él" y que se encontró a un joven igual al que le habían descrito. "Le gusta la política y podemos hablar de la situación en África", explica mientras Jean asiente con la cabeza y, entre risas, apunta que Marta "conoce más África que yo mismo".
Cuando la responsable del programa de Referentes le habló a Marta del programa de Llars de Acogida, ella reconoce que tenía ganas de acoger. "Jean ya conocía a toda la familia, incluida mi hija Inés, que aún vive con nosotros", apunta Marta mientras asegura que a todos les pareció bien. "Siempre hemos tenido la casa llena y no se podía, pero ahora que podemos, ¿por qué no deberíamos hacerlo?", afirma con convicción. Manel, que está escuchando, añade que, en su casa, eran 9 hermanos y por eso siempre le ha gustado que haya movimiento en la casa, y que desde un buen inicio Jean le pareció un chico "estupendo".
Marta asegura que estaba convencida de que no tendrían "ningún problema" y le parecía importante la acogida porque le podrían "apoyar para que pudiera estudiar lo que quisiera sin prisa", apunta, al tiempo que hace referencia al gran número de jóvenes que dejan de estudiar para empezar a trabajar lo más rápido posible, fruto de la necesidad, y que después se ven abocados a trabajos poco cualificados. "Yo no podría estar estudiando informática sin ese apoyo", apunta Jean, escuchando a Marta, al tiempo que deja caer que, cuando su educadora le dijo que podría ir a una familia de acogida, "Marta y Manel eran lo mejor que podía imaginarme".
"Estoy estudiando y también estoy aprendiendo muchas otras cosas, como el catalán, que ahora lo hablo mucho mejor", apunta Jean mientras ríe y mira de reojo a Manel, con quien practica su catalán en casa. Manel, bromeando, dice que no sabe si avanza o va hacia atrás con el catalán, pero lo que sí tiene claro es que tener a Jean en casa "es muy enriquecedor" y "muy fácil", hasta el punto de que " parece que toda la vida hayamos estado juntos”. Marta asiente y añade que "es un intercambio personal y cultural", y que es tan positivo para las personas que acogen como para la persona acogida, ya que le abre la puerta a "conocer nuestra cultura, algo muy importante si quiere trabajar y vivir aquí".
Cuando los compañeros de la escuela de Jean le preguntan dónde vive, él responde "con mi familia catalana". Y con orgullo reconoce que esto le hace "sentir muy feliz, porque son realmente mi familia, me siento uno más". La complicidad entre Jean, Marta y Manel es latente, pero por si había alguna duda Marta deja claro que la puerta de su casa “estará abierta hasta que él quiera irse”.